...después del frío...

Después del frío, mis manos comienzan a moverse lentamente, aprendiendo de nuevo a palpar las cosas, reconozco así, tocando, acariciando, todo lo que el invierno me arrebató con tan terrible helada.
Aún llevo puesto el suéter que tejió la abuela, pero ya no es insuficiente.

Doy un girón a mi cabeza y miro como el invierno arrastró en su necedad hojas de otoño, cristalizadas en el camino, aun en la lucha de ser parte de mi presente, se han quedado rezagadas pasos atrás de mi ahora.
Que bellas son las hojas de otoño, podría guardar un puño de ellas para llevarlas en mi camino. Ahora están teñidas del dorado solar, con vestigios de color piel, pero alguna vez su belleza fue multicolor, acuarelas perfumando el aire, despertando las miradas, alguna vez fueron bailarinas en la escena del mundo, hoy solo son otoño aferradas al invierno, moribundas y frágiles, pero bellas.

Tendré que dejar las hojas de otoño tras mi paso. ¿Cuantas primaveras amenazan con robarme la mirada? ¿Cuantos otoños se quedaran prendidos a mi invierno? ¿Cuantas hojas cristalizadas congelaran mis pasos, y me detendrán tentadoras a llevarlas conmigo, aunque duela…?

Hoy cambio de estación, a pesar que me resten cuarenta y un días para que el calendario lo testifique, a pesar de que un día este otoño aferrado a mis días fue bello, hoy es solo otoño rezagado, frágil, moribundo… aunque duela…